

Ella es Claudia Soria, mi tía abuela, aunque sólo le decimos Tía Tita.
Desde chiquita, ella siempre fue nuestra maestra, la mía y la de todos mis primos y primas.
Desde que tengo memoria a ella le gusta tanto enseñar como ir al campo, prender un fueguito y tomar mate con muchos yuyos.
Su casa es una biblioteca camuflada en el centro de la Ciudad de La Rioja y siempre fue mi fascinación perderme horas enteras doblando la cabeza, buscando algún libro. Pero sobre mi intervención hablaremos luego.
Sí, resulta neceario nombrar la existencia de su imponente cantidad de libros y papeles, porque fue entre ellos que una tarde, ella revolvía cosas. Miraba fotos y suspiraba, recordaba, fruncía el ceño mientras balbuceaba nombres como intentando acordarse hasta que ya sea entreverada en sus atavíos mentales u olvidos, resignaba momentaneamente su busqueda dibujando en su rostro una mueca de "vaya a saber". La boca arqueada hacia abajo mientras que las cejas levantadas a mas no poder.
Fue así que ella comenzó a contarme sobre sus cosas.
Aclaro que no es ella la que escribe su propia reseña porque se resiste a hacer las cosas al tiempo que le piden los demás, sino a su propio tiempo y cuando nadie la obliga. Y, también, porque se resiste un poco a la tecnología. Sólo ha llegado a aprender cómo discutir con la operadora del celular que le comunica que se quedó sin crédito. ¡Cómo, si recién ayer cargué el teléfono! le responde indignada, sin recibir respuesta del otro lado obviamente.
En algunas de esas veces que ella sola, sin que le pregunte demasiado, comenzaba a contarme cosas, como probando mi predisposición de escucha y mi interés, notó que yo la miraba esperando saber más, ella trajó carpetas y un cuadernito azul.
"no sé cómo salió ese" me dijo solamente. repitiendo la mueca de "vaya uno a saber".
y abierto el cuaderno, nuestras charlas se convirtieron en incontables tardes, mates y un panorama más amplio de lo que fue la dictadura.
porque una vez abierto ese cuaderno, apareció el amor y como una especie de magia, algo así como un efecto jumanji se desató en mi interior. Todas esas palabras me colmaron y me dijeron que querían salir y correr, y recorrer y decirse en voz alta aquello que se escribió desde el silencio.
Video: Antonella Flores
Subtitulado: Jesi González